Las sombras
son, simplemente, un negro reflejo de nosotros. Eso no quiere decir que sean malas.
Una sombra puede ser nuestro descanso un día de intenso calor.
Puede ser la
sombra de una pared, que soporta dos cuerpos seducidos por la pasión.
O la sombra
de un amor pasajero, que te hace daño, y al mismo tiempo, más fuerte.
La sombra de
un pasado, ya olvidado y que no quiere ser recordado.
La sombra en
la que te escondes, en la cual intentas camuflarte si buscas huir o
simplemente, no ser encontrado.
La sombra
que oculta un rostro triste, una sonrisa amarga o un pensamiento hiriente.
O aquella
que lo hace todo más misterioso, más interesante.
Aquella que
despierta a la imaginación, que pone alerta todos los sentidos.
Nada más y
nada menos, la sombra que guía el resto de tu camino.