26 nov 2012

25/11 Día Internacional de la No Violencia de Género


El duro y frío suelo de mármol rozaba mi maltrecha piel haciendo que a mi cuerpo le recorriese un escalofrío.
Sentía como las lágrimas se resbalaban por mi mejilla al compás de mis sollozos.
La sangre de color apagado marcaba mi cuerpo como un cuadro hecho por un niño pequeño.
Abracé mi cuerpo buscando algo de calor proveniente de mis brazos.
Nunca imaginé que aquello pudiera sucederme a mí.
Solo soy una mujer. Solo una más.
Sin embargo, me habían sucedido más cosas que a cualquier otra mujer.
Muchas más cosas que cualquiera de las que conozco. O quizás no. Quizás solo soy una mujer más a la que le pasa esto.
Dejé que mis ojos se cerrasen lentamente y apoyé mi dolorida cabeza contra la pared.
Habían pasado tantas cosas…
Mi mente era un torbellino de pensamientos y recuerdos. Demasiados recuerdos que poner en orden.
Suspiré suavemente.
¿Cómo empezó todo?
Creo que todo empezó bien. Muy bien. Quizás demasiado.
Probablemente tendría que haber dudado desde un principio.
Pero el amor ciega, incluso hasta el último momento.
Incluso ahora, sigo enamorada.
A pesar de que mi vida haya sido destruida, le sigo amando.
Va más allá de como me trate o cuanto me grite.
Yo le amo locamente. Y parece que el a mí ya no.
Digamos… que al principio éramos felices. Muy felices. Teníamos nuestra nube particular, de la que nada ni nadie nos bajaba. Teníamos nuestros secretos, solo de dos. Teníamos nuestros momentos, nuestras bromas, nuestras sonrisas, nuestros abrazos, nuestros besos… Teníamos muchas cosas. No necesitábamos nada más que el uno al otro. Nada más que el roce de nuestra piel, que una tarde dando una vuelta o un abrazo sin palabras. Teníamos nuestros chistes, nuestros apodos, nuestras tonterías…
Estábamos en un sueño. En un mundo de color rosa. Quizás distanciados a veces, pero reconfortados por la voz del otro.
Suspiré otra vez, esta vez más profundamente, con nostalgia.
Era todo perfecto. Inmejorable.
Después de varios años de relación, nos casamos.
Fue el día más feliz de mi vida. Recuerdo que mi madre me aseguró que preveía que aquel muchacho era un muy buen partido. Y yo la creía. Estaba segura de ello.
Estaba guapísimo con su traje de novio. Recuerdo cada mínimo detalle, e incluso, el nombre del cura que nos casó.
Después de la boda,  vino la luna de miel, la busca de un piso, de un trabajo…
Decidimos ser una pareja como las de antes. Él se ocupaba en traer el dinero a casa y yo me ocupaba de la casa.
Al principio no estaba de acuerdo. Me daba rabia haber estudiado tantos años de carrera para no trabajar en nada.
Pero el me aseguró que conseguiría todo el dinero que hiciera falta, que me trataría como a una auténtica princesa. ¿Cómo iba a negarme a eso? Acepté, claro que acepte.
Encontró un trabajo en una gran empresa. Nunca me enteré de que era, pero lo que realmente importaba es que traía dinero a casa. Mucho dinero.
O lo que yo consideraba que era mucho dinero.
Poco a poco, fue pasando el tiempo.
Seguíamos enamorados como al principio, pero ahora, teníamos menos tiempo para vernos.
¿Pero que más daba mientras que nos quisiéramos?
Al cabo de unos meses de muy duro esfuerzo, le ascendieron.
Recuerdo como chispeaban sus ojos al darme la noticia. Tenía todo lo que quería e iba consiguiendo cada vez más dinero.
¿Acaso vivía yo como una princesa? si. Pero mi príncipe cada vez estaba más distanciado.
Cada vez tenía menos tiempo.
Siempre estaba paseándose con un montón de folios en una mano y su móvil en la otra, casi siempre atendiendo alguna llamada importante.
Conseguía escaparse algún rato y darme un montón de besos y abrazos, susurrándome lo feliz que era con aquella vida.
Y yo era feliz con su felicidad. Yo me había acostumbrado a aquella vida de ama de casa y me había hecho amigas con las que cotilleaba sobre cualquier tema banal, y con las que me distraía cuando no estaba él, ni tenía nada que hacer en la casa.
Unos años después, un puesto de trabajo  de un superior de él quedó libre. El jefe decidió dárselo.
La vacante era de secretario del jefe.
A partir de ese momento, el único contacto que tenía con él, eran los saludos matinales y los buenas noches al acostarse.
Los fines de semana, los pasaba en su escritorio adelantando trabajo para el lunes, para la semana siguiente o, quien sabe, para el mes de después.
A pesar de mis intentos por sacarle de su escritorio algún que otro fin de semana, siempre me respondía que no podría, que en cuanto acabase el trabajo saldría. No lo hizo ni una vez.
Así que me limité a soportarlo, a vivir con esa vana esperanza de que acabara pronto con ese trabajo y me dedicara algo de tiempo.  Me agarré a ese resquicio de esperanza, como a un clavo ardiente. No quería plantearme la idea de dejarle, por mucho que doliese la idea de vivir con una persona con la cual ni cruzaba palabra.
El tiempo fue pasando. Las lágrimas las derramaba en la almohada. Lágrimas de cuando sabes que no funciona. Cuando sabes que la relación cae en picado. Y que hagas lo que hagas, no va a cambiar. No si él no pone de su parte. Y en mi caso, no lo hacia.
¿Tendría que haber hablado con él? Lo hice. Lo intenté, más bien, pero el evitaba el tema, diciendo que yo era mucho más feliz cuanto más dinero consiguiera el.
Pasaron dos, tres, cuatro y hasta seis años con esa rutina.
En esos años, tuve muchas discusiones con él.
Empezó a volver muy tarde del trabajo. Demasiado tarde.
Empecé a preguntarle por extrañas disminuciones del dinero en la cuenta común.
Le pedí explicaciones por la marca de carmín en el cuello.  Siempre recordaré ese carmín. En una zona demasiado personal como para que fuese un saludo y de un color demasiado rojo, demasiado artificial.
Él siempre me respondía con evasivas y huía a su escritorio, a encerrarse en sus archivos y olvidarse de que tenía a una mujer ávida de respuestas.
Y un día… un día sucedió.
Empezó todo.
No recuerdo muy bien como fue. Creo que había tenido un mal día en el trabajo. Que su jefe le había gritado y le había llamado inútil. Creo que estaba bastante alterado al llegar a casa.
Me dio algo de miedo verle así. Estaba demasiado estresado y hacia noches que no dormía.
Se fue directamente a su escritorio.
Mientras, yo saqué los platos para poner la mesa.
Lo recuerdo todo como a cámara lenta.
Mis dedos se resbalaron y los platos cayeron al suelo. Error fatal. Todos se rompieron haciendo un ruido terrible.
Me agaché para recoger los cristales, sin saber muy bien por donde empezar, debido al destrozo.
Él salió de su despacho a toda prisa, con la cara roja de rabia y pegando gritos a diestro y siniestro. Me vio en el suelo recogiendo los trozos. Soltó una palabrota y antes de que tuviese tiempo de reaccionar, su mano golpeó mi mejilla con tal fuerza que me resbalé y me caí encima de los trozos de cristal.
La rabia se tornó al segundo en preocupación. No quería hacerme tanto daño.
Mi sangre empezó a salir lentamente de los cortes. Dolía a horrores. Cada centímetro de mi piel estaba cubierta por minúsculos cristales. No podía levantarme sin clavármelos aún más. Solté un grito lastimoso y mire con temor a mi marido. ¿Qué acababa de hacer? ¿Por qué dolía tanto? ¿Por qué no me ayudaba?
Me retorcía del dolor.
Levanté mi cuerpo con cuidado, mientras el seguía quieto, de piedra, intentando asimilar lo sucedido.
Durante lo que a mi me parecieron horas, se quedó así. Sin mover un ápice aun viendo mi rostro marcado por el dolor, la sangre recorriendo por mis brazos y piernas y las lágrimas a punto de aflorar.
Me dirigí lo mejor que pude al baño.
Y entonces él despertó de su letargo. Me ayudó a llegar al baño. Me ayudó a limpiar mis heridas.
Todo en silencio. Hasta que acabe de vendar la última herida.
Entonces habló. Me pidió perdón un millón de veces. Empezó a sollozar. Me besó tiernamente. Me dijo que me quería y que lo sentía mucho.
Yo acepte sus disculpas. Me creí que había sido solo un error. Pero seguía manteniendo distancias con él, intentando poner en orden mis sentimientos e ignorando el fuerte dolor de los cortes.
El insistía en que había sido un error. Pero no se me olvidaba la dura mirada que me había echado al golpearme.
Le creí, pero seguí teniéndole miedo en el fondo.
Temblaba por el miedo de que todos esos días perfectos tuvieran su fin.
Y aunque no quería admitirlo, temblaba porque sabía que era la primera vez de una larga serie de abusos.
Y él no me hizo pensar lo contrario.
La segunda vez… creo que fue unos meses después.
Recuerdo perfectamente que era porque me negué a acompañarle a una especie de boda, o... quizás fue porque no quería tener sexo con el aquella noche.
Me volvió a golpear.
Una y otra vez.
No se cuantas veces me pegó. Tampoco recuerdo porque.
Pero si recuerdo como poco a poco me fui encerrando en mi misma. Buscando consuelo en mi perdida mente. Y, también poco a poco, deje de encontrar ese consuelo.
Acabé creyéndome todo lo que me dijo. Acabé por pensar que me lo merecía.
Las heridas duelen, pero duelen más cuando te las hace alguien a quien quieres y cuando sabes que no te queda otra que soportarlo...
Vivía entre la oscuridad, con una espesa niebla que me impedía ver el sol por el día y las estrellas por la noche, ni tan siquiera un cacho del cielo.
Olvidé lo que era la belleza de una sonrisa, la musicalidad de una risa y el calor de un abrazo. Olvidé todo aquello bueno que alguna vez tuve. Dejé de añorar los momentos buenos. Dolía demasiado hacerlo.
Todas las noches tenía pesadillas. Pesadillas que me hacían gritar. Gritos que me hacían recibir golpes. Golpes que me hacían llorar.
Pasaba los días temblorosa intentando esconder los moratones con espesas capas de maquillaje.
Intentaba seguir con mi rutina a pesar de que no conseguía concentrarme en nada.
Intentaba gritarle al cielo mi situación, esperaba una salida. Nunca llegó. Aún la sigo esperando.
Todo ha seguido así desde entonces. Nada ha cambiado, excepto la fuerza con la que me golpea.  Todo sigue igual.

Las lágrimas resbalaban por mi rostro. Era duro recordarlo todo otra vez. Doloroso como abrir una herida en proceso de cicatrizar. Haciendo que sangre más. Intentando limpiarla inútilmente, pero sin conseguirlo. Porque careces de medios.
Doloroso como recordar la muerte de alguien cercano o como descubrir un engaño.
Él no me ha dejado. Pero es peor que sin lo hubiera hecho. Duele más.
Soplo entre mis manos para entrar en calor y contemplo a mí alrededor. Las sábanas removidas, el jarrón en el suelo, el agua sucia esparciéndose lenta y silenciosamente por el suelo, las flores pisoteadas y marchitas, la sangre mezclándose con el agua, la puerta entreabierta, los muebles destrozados, las cortinas arrancadas de cuajo…
Todo dejaba a ver lo que acababa de suceder. Todo dejaba ver el arrebato furioso que el acababa de tener.
Abracé aún más fuerte mi cuerpo. Sus gritos furiosos resonaban en mi cabeza todavía. Cada golpe, me dolía.
Dejé de sollozar para intentar oírle.
La puerta de la cocina se abrió de golpe.
Uno de los armaritos rechinó.
Él cogió algo.
Cerré con fuerza los ojos. Ignoré lo que me gritó mi instinto. No iba a huir, no tenía porque. Él no era capaz. No podía ser.
Cerré los puños mientras escuchaba sus pasos resonando con fuerza en mi cabeza. Venía hacia la habitación.
Derramé las últimas lágrimas antes de secarme el rostro.
Intenté controlar el temblor de mi cuerpo.
No iba a pasar nada, a lo mejor iba a pedirme perdón. A lo mejor se  arrepentía realmente.
Un destello de esperanza cruzó mi mirada.
Le sigo amando a pesar de todo.
No intentéis que cambie de opinión.
Y si hace algo, ¿qué? Me lo merezco
¿O no?

En memoria a todas las personas que han pasado por lo mismo y animando a los que viven en situaciones parecidas a salir de ellas. Tú vales mucho más que eso. No te lo mereces. Córtalo de raíz. Hazlo mientras puedas. Seas hombre o mujer. Si te pegan, denúnciales.
NO AL MALTRATO.

6 nov 2012

Sueños

Corre. Corre. Cada vez más rápido. Cada vez con más ganas. Cada vez más ligera. Corre. Huye de todo. Huye de este mundo estúpido. Huye de aquello que te mantiene presa. Deja esas lágrimas y esos enfados atrás. Nota tus pies sobre el suelo. El ruido que hacen.  La velocidad con la que recorren el duro suelo, rozándolo apenas. Sigue corriendo. Deja de sentir nada. Deja de oír nada, ni siquiera tus propios pensamientos. Corre. Y en el momento en el que desconectes de todo, en el momento en el que no sientas ese odio, en el que no sientas esa furia o ese dolor o esa alegría, simplemente, en el momento en el que tu corazón lata apresurado y amenace con explotar, en el que si alguien te llamase por tu nombre, no entenderías el significado de esas palabras, justo cuando llegues a esa cumbre, salta. Y vuela. Vuela y surca ríos, mares infinitos, montañas enormes, poblados pobres o ricos, campos repletos de trigo o cualquier otro paisaje. Disfruta del viento en tu cara, revolucionando tus cabellos y haciéndote sentirte más ligera, más pequeña ante la inmensidad del cielo. Cierra los ojos y siéntete libre. Libre de hacer lo que te plazca. Libre y a merced de tus sueños. 

14 ago 2012

Secretos


   ♥
Cansada simplemente de tener que esperar para poder verte.
Lo se, actuo del modo equivocado
Obligandome a tener una sonrisa permanente en vez de demostrar lo que siento
El problema es que el miedo me paraliza

Y no consigo evitarlo

Jamás conseguiré cambiarlo... es mi forma de ser
Aunque quiero enfrentarme con todas mis fuerzas pero... no se si serviría
Viviría más libre, pero el hecho de explotar no es agradable
Incluso si la alternativa es la depresión

Por lo menos asi no me arriesgo, no te pierdo del todo
Asi que... ¿Para que cambiarlo?
Revelarse no tiene porque ser productivo
Aunque no me quedaré de brazos cruzados

Seguiré luchando lo que haga falta.
Irme contigo es mi mayor sueño.
Es imposible, lo se. Pero dejadme soñar tranquila.
Mientras que sueñe contigo, no es hiriente para nadie.
Puede que alguien se apiade de mi, y los haga realidad
Rezaré por que lo escrito se cumpla y...
Espero que lo nuestro sea un para siempre

Pensamientos Blog

Un blog sincero, sin secretos. Un blog en el que la persona con la apariencia más fuerte, se desahoga.
Un blog simplemente perfecto. Unas veces triste. Otras, alegre. Pero siempre bello.
Es la historia de una vida. Su vida. De todas aquellas cosas que la han pasado. Y lo cuenta de un modo en el  cual te metes en su piel, en el cual te das cuenta de que no eres la única persona con problemas. 
No es mio. Pero le hago publicidad igualmente. 
Mirarlo, es increible 

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21 jun 2012

Pleurer...


- Dejar que se deslicen las lágrimas por las mejillas
Ahogar el llanto en una almohada para no ser oído
Coger aire y gritarle al cielo
Golpear todo aquello que este en tu alcance
Correr sin rumbo hasta caerse al suelo
Abrazarse a si mismo para consolarse
Dejar escapar hasta la última lágrima, hasta el último lamento

- Secarse los ojos
Levantar la vista y respirar profundamente
Esbozar una sonrisa
Continuar con el día a día.

26 may 2012

El Domingo pasado fue mi cumpleaños.
El día no fue nada de otro mundo, básicamente lo pase estudiando y disfrutando del ordenador nuevo que me regalaron.
Lo que si fue especial fue el fin de semana. Concretamente el Viernes y el Sábado. Han sido los dos días más bonitos que he tenido en mucho tiempo.

Te echaba de menos. No sabes cuanto.
Mi corazón se encoge al pensar lo lejos que estas.
Apenas duermo. Prefiero aprovechar las noches pensando en ti.
Eres sencillamente perfecto.
Este fin de semana ha sido entrañable. 
Podría haberme quedado abrazándote durante siglos. Aspirando tu aroma y dejándome llevar por la calidez de tu abrazo.
Haber podido rozar de nuevo tus manos, ha sido el mejor regalo que podría haber deseado nunca.
Haber podido besar tus labios, me ha hecho olvidar mis problemas.
Haber podido enterrarme en tus brazos y esconder la cabeza en tu pecho, me ha hecho sentirme querida.
Y me ha hecho sentir que nada podía herirme. Que soy inmune a cualquier ataque, mientras estés tú cerca.
Haber podido cerrar plácidamente los ojos y saber que estarás ahí, esperando a que me duerma, y que no desaparecerás como lo hace un sueño. 
Abría  los ojos, y lo primero que veía era tu rostro. Nunca he logrado saber si estas dormido, o en duermevela. Pero me da igual. Simplemente el hecho de ver tus ojos cerrados y oír tu suave respiración, me saca una sonrisa. 
Compartir bonitos momentos contigo, me dan la fuerza necesaria para seguir viviendo.
Seguramente te preguntarías porque me fui tan rápidamente, antes de que cogieses el vuelo.
No quería derrumbarme delante tuya. Quería que te llevases el mejor recuerdo de ese fin de semana, no la imagen de una yo destrozada derramando lágrimas. 
Quería que vieses como tu presencia me había alegrado, no como tu partida me había entristecido. No quería que vieses el dolor que me corroe por dentro cuando no estoy contigo.
A pesar del tiempo que hacía, para mi, cuando tu viniste, todo se aclaró. Como si una película en blanco y negro la ponemos en color. Descubriendo todo y cada uno de los matices de la imagen. La infinita variedad de colores y la alegría que desprende una sonrisa. 
Pero en cuanto te fuiste, la vida volvió a su oscuro color de siempre.

Las risas estúpidas que suelto cuando hablo contigo, el rápido y palpitante bombeo de mi corazón cuando te veo, los abrazos y besos de los que nunca me canso, los momentos pasados contigo, mi respiración agitada, mi eterna preocupación por ti, esos momentos solo de dos,.... no son más que pruebas que demuestran lo más obvio.
Te quiero

~


                                            ♥ Libertad te espera, ella siempre te será fiel.... 

6 may 2012

Atrapados


Hola a todos!! Hace mucho tiempo que no cuelgo nada por aquí :S tendrán que disculparme, pero he tenido bastantes exámenes por estos tiempos. Es más, esta historía que voy a colgar ahora, en realidad es un trabajo de lengua. Lo siento si no he continuado con "Debate de Dioses", en cuanto encuentre tiempo colgaré la continuación. Pero hasta entonces, les dejo con este relato corto.
Gracias a todos/as una vez más.

 No os olvideis de comentar!! :)

“Mi nombre es Adara. Un típico nombre del lugar donde provengo.
Estamos en el año 2057.
Desde hace mucho tiempo, yo y mis compañeros vivimos en un túnel.
He perdido la cuenta de los días que llevamos aquí, ya que a esta profundidad no vemos la luz del sol, pero según mi contador llevamos 6 miliastros, que equivalen a 3 meses humanos.
Estamos aquí encerrados porque huimos del sistema democrático de la Tierra.
Un sistema que te impide tener cualquier tipo de pensamiento coherente. Desde que nacen, controlan todos tus movimientos gracias a una enorme sala de mandos.
Siempre hay guerra. En todos momentos. Los seres que habitan este mundillo son todos iguales, clones de un solo ser. Así son los humanos. En su vacío cerebro les inyectan una sola idea. Matar. De todas las formas existentes, pero únicamente matar. No tienen ningún tipo de sentimiento, a excepción del placer que les causa el asesinato, lo que les convierte en prácticamente invencibles, ya que no sienten el dolor. Una nueva generación de robos, armas sin corazón ni nada que perder.
Yo y mis compañeros venimos del planeta Soriante, a miles de kilómetros de este pequeño planeta. Nos venimos aquí cada uno por razones distintas, a pesar de que nos advirtieron de que era muy arriesgado, ya que era todo muy primitivo y peligroso. Pero ninguno de nosotros sabía lo que aquí nos esperaba.
Cuando llegamos, nos asignaron una casa y cada día, nos iban haciendo olvidar nuestros pensamientos e intentaron convertirnos a nosotros también en autómatas creados para acabar con las vidas de los demás humanos. Algunos cayeron en sus redes y nos abandonaron. Pero otros reaccionamos a tiempo y conseguimos escapar gracias a la mente privilegiada de alguno de nuestros compañeros. Pero en el momento en que huimos, nos dimos cuenta del nivel de problemas que tenemos: no hay cohete de vuelta. Estamos encerrados aquí para siempre. Lo que era un plan de visita se ha visto transformado en una lucha de supervivencia, condenados a seguir aquí y a no volver a ver a nuestros familiares.

El túnel está situado en el mismísimo interior de la tierra, no muy lejos de su corazón.
Cada cierto tiempo, algunos estallidos de magma nos obligan a alejarnos del punto que consideramos perfecto para no ser localizados. Es eso, o morir carbonizados.
No sabemos si se han dado cuenta de nuestra desaparición, ya que el recuento de personas se hace cada mucho tiempo, pero lo que sí que es seguro es, que cuando se den cuenta, tendremos los segundos contados.

Aquí abajo, tan solo somos 5. Una pareja de luna de miel (extraño lugar eligieron para tan bello propósito), una mujer embarazada que venía como ayudante en mi investigación, un muchacho bastante silencioso de ojos azules, que no nos ha querido decir a que venía y yo, que siempre había tenido curiosidad por ver el modo primitivo de vida de los terrícolas y necesitaba material para un proyecto. Antes éramos más, muchos más. Pero ninguno de los demás fue capaz de resistir la gran falta de víveres, agua, aire puro, y luz natural. Sin embargo, los aquí presentes no tenemos tampoco rastro del grandioso aspecto que teníamos antes.
Nuestras pieles azules se han ido aclarando hasta parecer blancas, un blanco enfermizo propio de los terrestres. A través de nuestras cadavéricas pieles, se pueden ver los huesos, frágiles y débiles. El pelo se nos ha ido cayendo por falta de nutrientes, y tenemos alguna que otra enfermedad, es más, tengo la certeza de que el hombre casado ha atrapado el escorbuto.
Nuestros víveres son escasos. Aprovechando los estallidos de magma, cazamos algún que otro animal que sale despavorido del  interior del túnel. Pero los animales no son tontos, y no suelen vagar a tal profundidad hallándose cerca semejante peligro, así que nos tenemos que conformar con pequeños roedores que vienen de vez en cuando a husmear en nuestra guarida.
Tenemos la suerte de encontrar de vez en cuando un pequeño manantial subterráneo que logra saciar nuestra sed.
Pero lo más horrible, no es la falta de alimentos. Es la sensación de agobio de estar en un túnel, sin ningún tipo de iluminación y sin nada que hacer durante horas interminables. Nada cambia en el interior de la tierra. Todo sigue igual aquí abajo, y no tenemos ni idea de cómo avanza nuestra búsqueda. A veces me pregunto para qué seguimos resistiendo si no servirá de nada. Estamos condenados a pasar aquí hasta que nos encuentren, o a desfallecer por las extremas situaciones. Y las dos situaciones llevarían a la muerte. Así que, ¿por qué no adelantamos nuestro fin? Pero no me veo capaz a ello. Tengo miedo a morir, y por eso sigo resistiendo inútilmente. Sin embargo, un día esto acabará y entonces…”
Adara cerró su libreta de un golpe al escuchar un grito proveniente del lugar por donde se habían marchado sus compañeros para encontrar algo que llevarse al buche, después de unos 2 días humanos sin comer. Se levantó de un salto del lugar en el que se encontraba, formando una pequeña nube de polvo alrededor de sus pies. Con pequeños pasos dubitativos y dolorosos, la muchacha se adentró en una de las galerías. Tanta huida le había hecho torcerse el tobillo en un ángulo forzado, y era por ello que no estaba cazando con los demás.
Lentamente, se fue adentrando mientras gritaba el nombre de los demás. La preocupación golpeaba su mente. ¿Qué podría haberles pasado?
Para avanzar más rápido, se agarraba a los escollos que sobresalían de las irregulares  paredes. Los gritos habían cesado, y un silencio se apoderaba del lugar.
-¿Chicos?- susurró con miedo a quebrar el silencio. El sonido de su voz resonó en las paredes del pasillo.
De pronto, un par de manos la cogieron por detrás y una tercera mano la tapó la boca, impidiéndola gritar.
Adara, presa de pánico, empezó a patalear y a luchar por deshacerse de sus captores. Lanzando golpes a diestro y siniestro, golpeó un par de veces un cuerpo. Desesperada, mordió la mano que le tapaba la boca, disponiéndose a gritar.
-¡Ay! –Murmuro uno de sus raptores - ¡Adara, estate quieta!
La muchacha se quedó quieta, sorprendida. ¿Cómo conocían su nombre? ¿La conocían ya de antes o…?
-¿Chicos?, ¿¡Sois vosotros!? ¿Qué está pasando aquí?-
Como respuesta, solo recibió un chistido. Pero las manos la soltaron y la dejaron moverse.
-Calla, no digas nada. Lo que temíamos ha sucedido.- El rostro de la embarazada expresaba un miedo tremendo. –Nos han encontrado.
Adara la miró a los ojos. No mentía. Realmente, aquel era su fin. Se desplomó en el suelo, ya que su tobillo torcido no aguantaba más el peso de su cuerpo, mientras se masajeaba la sien buscando algún plan de huida, a pesar que sabía que no había salida posible. Si tan solo tuviesen algún modo de regresar a su planeta… sería todo tan fácil…
Pero sabía que no era así. Y los demás también, pero los Sorianteses odiaban rendirse sin más.
Y ellos contaban con ella. Y no iba a defraudarles, no mientras que me quedasen fuerzas para pensar.
-¿por dónde decís que les habéis visto venir? –Preguntó mientras entrecerraba los ojos para concentrarse.
-Se acercaban por allí. Oímos sus voces acercarse mientras que perseguíamos lo que nos pareció el sonido de un manantial. Parecían enfadados. Discutían como atraparnos, pero no entendimos lo que decían, hablaban demasiado rápido – dijo mientras señalaba el conducto contrario por el que se había acercado Adara- Pero uno de ellos nos vio. Y soltó un grito de alarma, al que respondieron más gritos aún. Y nosotros, al oírlos, salimos corriendo. Durante un momento, parecía que nos seguían, ya que oíamos sus pasos detrás nuestra, pero cuando nos dimos la vuelta, no les vimos por ningún lado. -
Aquello era extraño. ¿Por qué habían decidido dar media vuelta cuando perseguían a una panda de seres al borde del desfallecimiento, y a los que no les habría costado atrapar? Seguramente, se habían equivocado de entrada y habían ido por el lugar equivocado.
-Lo mejor será seguir huyendo. Podríamos salir por la entrada que encontró el otro día Alysa.
La embarazada, Alysa, negó con la cabeza.
-Está demasiado lejos. En situaciones normales, tardaríamos un rato en llegar, pero además, contigo herida, tardaríamos horas.
Adara se levantó de golpe.
-En ese caso, huir vosotros, yo me quedo aquí.
El muchacho de los ojos azules, que hasta ese momento había estado escondido entre las sombras, se adelantó y se plantó delante de Adara, mirándola a los ojos.
-Esa es una grandísima tontería decir eso. Apóyate mi hombro. Avanzaremos más rápido
A pesar suya, Adara se sujetó al hombro que le ofrecía. Todos avanzaron a un paso rápido, persiguiendo a Alysa. La mujer casada, iba detrás de ella. A continuación, Adara y el muchacho de los ojos azules, y por último, y cerrando el grupo, el hombre casado.
Durante eternos minutos, fueron avanzando sin descanso cogiendo uno u otro camino. Sin más sonido que su agitada respiración y los pasos que rebotaban en la inmensidad del lugar, sobresaltándoles cuando tenían la sensación de que había más pasos de lo normal.

Después de lo que les pareció una eternidad, al cruzar una esquina, no pudieron evitar soltar un grito alegre. La salida se encontraba delante de ellos, a muy pocos metros. Aceleraron el paso, felices de poder huir por fin de aquel lugar maldito.
Pero entonces sucedió.
El lugar se lleno de un ruido estremecedor que les hizo tener que taparse los oídos. Después de tanto tiempo en el silencio de su guarida, aquello era un suplicio para sus sentidos.
A su alrededor, las piedras empezaron a caerse. Y en ese momento, Adara comprendió. Los humanos habían planeado hacerles morir aplastados y estaban taladrando el suelo que había encima del túnel subterráneo. El cielo se les caía encima. Presa de pánico, Adara intentó huir hacia la salida. Pero una piedra la golpeó en la pierna y la hizo caerse al suelo. Por mucho que tirase, no consiguió deshacerse de la roca.
Aquello era un desastre. En apenas unos segundos, la salida se había tapado por culpa de las piedras.
El polvo se le metía en la boca impidiéndola gritar.
No encontraba por ningún lado a sus compañeros, pero oía sus lamentos ahogados. Otra piedra la golpeó en la frente. La sangre empezó a resbalarse por su mejilla, manchando su cuerpo de un rojo carmesí. Noto como un cuerpo se caía encima de ella y reconoció el cuerpo del muchacho de ojos azules. Notaba su respiración en su cuello. Desesperada, abrazó el cuerpo del chico, como si aquello pudiese hacer su  final más llevadero. Las piedras seguían golpeándola sin piedad.
Cansada de luchar, Adara se dejó llevar. Cerró los ojos y acogió con gran placer el abrazo de la muerte.

Años más tarde, cuando algún grupo de adolescentes con ganas de investigar se adentrase en aquel túnel, se encontrarían con cinco personas que a pesar del paso del tiempo, no habían sido devorados por las mordaces fauces de la tierra. Y les sorprenderían ver sus pieles azulaceas, sus pupilas cerradas y como en cada uno de esos rostros, se reflejaba una eterna sonrisa, la alegría de una rendición deseada durante eternas noche, la alegría de morir, pero morir libre. Gracias a esas sonrisas, se dieron cuenta de que algo les faltaba. Y gracias a esas sonrisas, se crearía una revolución.
La rebelión definitiva.

26 feb 2012

Debate de dioses, parte 2

Y sacó una pistola, con la que apuntó al hombre, que en su discurso se había acercado tanto a ella que tuvo que pegar un salto hacia atrás para evitar el tacto metálico del arma en su mejilla. 
El hombre cogió aire con un pequeño suspiro que su amenazadora no oyó. No era la primera vez que le sucedía aquello. Lentamente, fue retrocediendo para darle a la mujer la impresión de que se había asustado y abrió los ojos como platos de un modo demasiado irreal. Aún retrocediendo, llegó a una estantería que había al lado de su mesa de trabajo. 
"Estupendo, ahora es solo cuestión de encontrarlo..." Pensó mientras palpaba con una mano los libros de la estantería.
-Vamos, no hace falta utilizar la violencia, no es para tanto- exclamó el hombre intentando distraer a la mujer,  mientras seguía palpando la estantería a la que daba la espalda. La mujer esbozó una sonrisa, segura de su victoria, sin darse cuenta del movimiento de las manos de su víctima. 
La mujer, con la mano que tenía libre, apartó los papeles que había en el escritorio tirándolos al suelo. Algunos papeles fueron a parar en el fuego de la chimenea que había enfrente del escritorio y se convirtieron en grises cenizas ante la horrorizada mirada del hombre. Sin dejar de vigilar cualquier movimiento sospechoso,  la mujer se sentó encima de la mesa.
"¡Mierda!, ¡El trabajo de 2 años echado a perder!" Pensó el hombre, y olvidándose por completo que la mujer estaba armada y que tenía que conseguir escapar de allí, dejó de palpar la estantería y, de un salto, se abalanzó a la chimenea, se agachó y metió las manos en el fuego carmesí, sin dar muestras de quemarse, intentando salvar algún cacho de papel. El fuego devoraba sus manos sin causarle daños físicos, y como si eso le enfadase, empezó a soltar chispas que abrasaron su cara y cuerpo, dejando profundas quemaduras,  que al cabo de unos instantes, desaparecieron sin dejar rastro. Había mucha ceniza y también madera quemada, pero no había ni rastro de los documentos. El hombre golpeó con rabia el suelo, y unas lágrimas rodaron por sus mejillas. Con el rostro desencajado por la rabia, el hombre se levantó y se acercó a toda prisa hacia la mujer, con el brazo doblado y el puño preparado. Pero la mujer, que había estado contemplado todo el rato la reacción del hombre, fue más rápida. Apuntó hacia el corazón del hombre con la pistola, y apretó el gatillo.

UNOS SEGUNDOS ANTES, A MILLONES DE KILÓMETROS...

En la inmensidad del espacio. Ningún sonido. Pero eso no resulta inquietante. Aquí nunca se oye nada. Las estrellas decoran el espacio con sus luces mágicas, como guirnaldas a un enorme árbol de navidad. Ellas son la cosa más bella del universo. Sus luces transmiten paz a los ojos que las  ven. Los torbellinos de todos los colores que forman las galaxias abundan.  Todas esas galaxias tienen un nombre, y a su vez un pequeño universo con sus correspondientes planetas, sus estrellas, sus satélites, sus cometas y todos aquellos seres que les pertenecen. A su vez, todos sus planetas al igual que algunas estrellas habitadas y el montón de satélites con vida,  tienen su historia conjunta, En todos esos lugares existen poblaciones de distintos tamaños, olores, religiones,… No existe un único ser igual en todo el universo. Cada ser tiene su historia. Una historia más o menos completa. Feliz. Triste. Alegre. Solitaria. De amor. De amistad. Muchos tipos de historia distintos. Todos son únicos. 
Estamos exactamente en la segunda mayor Galaxia de todas. La Galaxia de Amintor, “el guardián”. Tiene miles de planetas y de estrellas. Todos de color azulado. No se detecta ni un movimiento. De pronto se oye un lastimero quejido. Como si todos aquellos seres se hubiesen puesto de acuerdo para gritar, un grito que le destrozaría los tímpanos a cualquier ser. Un grito desgarrador, como si una bomba hubiera estallado. El único sonido que se hubiese oído jamás en esa galaxia.  Y de pronto, sin previo aviso más que ese grito, la mitad de todas aquellas constelaciones  prendieron en llamas, tiñendo de rojo el cielo. Estuvieron quemándose durante unos interminables minutos, reduciendo en densas cenizas lo que antes eran civilizaciones enteras de seres vivos e inertes. El fuego se fue avivando cada vez más y empezó a carbonizar el resto de los astros. Los cometas, guiados por una fuerza invisible, se chocaron contra los planetas. Aquello era un silencioso caos .
Y súbitamente, todo volvió a la tranquilidad.
Y de aquellos astros que habían estado bañados en fuego, no quedaba más que las cenizas que se disolvían en el viento.
Quedaban menos de la mitad de las constelaciones que habían antes.
Lo que sucedió después, fue tan rápido que ningún ojo humano podría haberlo detectado. Todos aquellos asteroides fueron aumentando de tamaño a una velocidad de vértigo, hasta doblar su tamaño. Y en ese instante, con un sonido muchísimo mayor que el grito, explotaron. Se reducieron en minúsculas motas de polvo que más tarde, bañarían la mañana de alguna muchacha enamorada. 
Nunca más se escuchó ningún sonido que proviniese de esa galaxia. Tan grande resultó ser la explosión, que acarreó la destrucción de varios planetas de otras constelaciones.
Y allí acabo su historia. La historia de millones de felices generaciones. Y sin saberlo, fueron el primer paso para crear el planeta que lo cambiaría todo con sus ansias de poder y de expansión.
Ese planeta que sería creado por una adolescente de 14  años.
Un planeta creado por el odio que le reconcomía.
La tierra.

TO BE CONTINUED... :)


23 feb 2012

Debate de Dioses

Aquí os dejo el principio de mi historia. Se aceptan críticas buenas y tomates. Espero que os guste :)

¿Y si los dioses no fuesen los seres invencibles que pensamos que son?
¿Y si son muchos, muchísimos más que los humanos?
¿Y si para ellos no somos más que molestas hormigas con las que hacer experimentos?
¿Y si también tienen errores?
¿Y si no fuesen inmortales?
¿Y si también tuviesen sus idas y venidas?
¿Y si también fuesen rencorosos, envidiosos, crueles, testarudos?
¿Si fuesen más humanos?
¿Si hubiese odio?
¿Si también tuviesen juventud?
Pero sobretodo....
¿Que pasaría si los dioses amasen?

DEBATE DE DIOSES:

Las condiciones son demasiado duras para permitirnos uno bueno. Será de los peores.
-Da igual, solo quiero proporcionarle un rato de diversión a mi hija, no hay necesidad de que sea perfecto
-No llegará ni a los 10000 años de vida ni en las mejores circunstancias
-Bastará para crearle otro mejor.
El hombre resopló. Su rostro se ocultaba tras una barba de semanas bien cuidada. A su alrededor, una fina capa de color verdosa cubría su cuerpo. El físico del hombre era de proporciones tan perfectas que a su lado los canones griegos parecían simples esculturillas echas de barro por unas manos infantiles. No tenía una sola arruga en el rostro y no mostraba signos de vejez.  En las manos sostenía unos papeles que contenían datos inconexos y estrambóticos, que consultaba con avidez. Una mesa separaba a este de una mujer de pelo cobrizo que replicaba incansable. El hombre era bello, pero la mujer era la perfección en persona. No tenía ni un solo cabello despeinado o electrificado por el aire. La piel la tenía limpia de manchas de cualquier tipo. Los ojos le centelleaban de un modo alegre y atractivo. Su alrededor brillaba con un brillo dorado. Era su aspecto de tal perfeccion, que daba la sensacion de que era un ser irreal .El hombre sabía que aquella mujer no se rendiría, y que el tenía la obligación de satisfacer el deseo de la fémina. Sobretodo por ser mujer; "gracias a esta sociedad hembrista" pensó sarcásticamente el hombre.
-¿Y en el plazo de cuantos días quiere que sea creado?
-7. Pero quiero que lo cree ella.
-¿¿Ella?? Pero... ¡Así será una auténtica catástrofe! Además, siete días es un plazo muy corto de tiempo.
-No importa - añadió haciendo un gesto con la mano quitándole importancia al asunto - es solo un rato de diversión.
El hombre fruncio el ceño y levantó la vista, clavandola en el rostro de la mujer. Aquello violaba todos sus principios, y ponía en peligro su honor y su preciado puesto de trabajo.
Se levantó del asiento y empezó a dar vueltas por el despacho. Con los brazos cruzados, pensativo.
-Mhh.... Lo que me pide es muy complicado. Tenga en cuenta que un planeta entero no es cosa de tomarselo a la ligera, y no podemos condenar a toda una población a la infelicidad constante. Además, su aspecto será grotesco, y ¡su lenguaje una auténtica soez! Lo mejor que harán en toda su vida será morirse, porque sino les esperará una vida demasiado cruda! El odio governará por encima de todo y habrá celos y peleas constantemente. No. Me niego rotundamente a hacerlo. Somos dioses, creamos cosas bellas. Eso esta en contra de nuestros principios.
La mujer se levantó dejando ver que su estatura es considerable. Se metió la mano en el interior de la chaqueta.
-No me haga utilizar métodos drásticos

CONTINUARÁ...